Este fruto se ha cultivado durante cientos de años. Se sabe que es una especie originaria de Sudamérica, probablemente de la región entre el sur de Brasil y Paraguay, y los nativos la extendieron hacia gran parte de América, quienes la cultivaban como recurso alimenticio y para preparar bebidas conocidas como “chicha” y “guarapo”.
Su pulpa, de color amarilla, es jugosa y tiene un sabor dulce; se puede consumir fresca, en rebanadas, jugos, jaleas, postres, ensaladas y en diversos platillos. Con la cáscara se puede hacer vinagre, y combinada con agua hasta cierto grado de fermentación, se obtiene una bebida llamada “tepache”.
Podemos comer piña fresca en cualquier época del año y disfrutar de sus beneficios. Los minerales que contiene son potasio, magnesio, calcio, hierro y sodio, así como vitaminas A, C y ácido fólico.
¿Sabías que la piña posee una enzima llamada “bromelina”, la cual al entrar en contacto con la piel, dentro y alrededor de la boca, deshace las proteínas? Se cree que este catalizador actúa en las células de la superficie lingual, causando ese efecto de ardor o comezón después de consumirla.
De acuerdo con el cierre 2017, publicado por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), esta fruta alcanzó una producción nacional de 945,210 toneladas, con un valor de 3.9 mil millones de pesos, en una superficie cosechada de 20,005 hectáreas.
El estado de Veracruz destaca como principal productor; en 2017 aportó 604,929 toneladas, seguido de Oaxaca, con un volumen de 130,436 toneladas. En conjunto, esto significó poco más de tres cuartas partes del total de la producción nacional.
Para mayor información de este cultivo o cualquier otro, consulte el Avance de Siembras y Cosechas el Anuario Estadístico de la Producción Agrícola y las Monografías de productos agroalimentarios.
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