Escapando de los brazos malintencionados de los terribles presagios, y eligiendo más bien entregarse al dulce amparo de la certidumbre, Táchira, Carabobo, UCV y Monagas miran hacia el porvenir de la Copa Libertadores con las esperanzas renovadas.
El primer paso ha de ser olvidar el pasado reciente, los fracasos desalentadores de los equipos venezolanos en la última versión copera, para tomar impulso y rodar hacia algo verdaderamente alentador. No podrán vivir con aquello “en la habitación de al lado”, como en la película de Pedro Almodóvar, sino apartarse y comenzar a hilvanar una presentación de valor, de quilates para un fútbol que a fuerza de empuje e intenciones siempre ha querido ser mejor…
Todo esto vale y por la calle del medio para Metropolitanos, Deportivo La Guaira, Academia Puerto Cabello y Caracas en su viaje hacia la Copa Suramericana, de actuaciones desalentadoras de los cuadros venezolanos. Y si hay que olvidar recuerdo amargo, también habrá que borrar de la memoria las grandes figuraciones de equipos nacionales en décadas pasadas.
“La vida comienza hoy” es una frase que decimos a la gente que más queremos en su día de cumpleaños, y en esto tendrán que pensar, para su bien, los equipos en los cercanos torneos internacionales. Pero al margen de unos y otros, el fútbol nacional tendrá que revisarse; es algo que hemos repetido varias veces, porque preocupa que los equipos solo piensen en sí mismos y no en una solución global.
¿Cómo hicieron en Estados Unidos? Pensaron en el todos para uno, y uno para todos, como los Tres Mosqueteros, y echaron hacia adelante el carruaje de sus campeonatos. La mayor dificultad, al parecer, no solo está en la mejora de los resultados, sino en poner de acuerdo a tanto egoísmo y mirada corta de los ejecutivos…
No hay en el deporte, y especialmente en el fútbol, “un campeón que dure cien años ni liga que lo resista”, decimos parafraseando al popular refrán. Y lo mencionamos ahora que equipos inesperados aparecen en lugares de privilegio: el Atalanta en Italia, el Carabobo en Venezuela, y que otros como el Inter y la Juventus en Italia y el Manchester City en Inglaterra han visto desmoronar sus desde sus cabezas sus orgullosos tupeés.
Y al final de la jornada, qué bueno que haya sido así. El deporte en un hecho que, en su naturaleza, en su fundamento, debe ser participativo, con visión panorámica. Querer ganarlo todo es también un hecho humano, pero en la derrota, en su fondo, debe haber también una satisfacción. Nos vemos por ahí en estos tiempos de Navidad, de amor y reflexión: ¿para qué es la vida, para qué estamos aquí?